Lo malo de los libros, incluso de los de Historia contemporánea, es que al autor le dé el pálpito de encontrar una genialidad, de haber descubierto algo inédito y, sobre ese descubrimiento, montar todo un entramado que sólo se sostiene mientras no profundizas un poco en el tema.
Cuando en un libro, que supones tratado a conciencia, encuentras una “invención” disfrazada de “investigación” con gran inexactitud, tal hecho provoca que cualquier otra aseveración o afirmación anunciada como “inédita” en la misma obra vaya, quizás equivocadamente, al mismo cajón clasificador que la primera.
Y este es el caso de “VENGO A SALVAR A ESPAÑA” de Andrés Rueda, en su capítulo sobre el 18 de julio de 1936 (PÁGINAS 157 – 161).
Sostiene el autor que ese día, el diario ABC de Sevilla, en su portada (foto que omito por si los derechos de autor y demás) revela a los oficiales comprometidos en el golpe, mediante una críptica composición en la que aparece un hidroavión con la matrícula G-ADHL, la fecha día y hora en la que se produciría la asonada.
Aduce que la investigación realizada y la interpretación de dicha matrícula, así como del texto que aparece, se someten a un experto en criptografía y a dos oficiales de Estado Mayor. Los tres coinciden en la interpretación que, en resumen, viene a decir que Franco despega de Gando (Las Palmas) a las 14 horas del 18 de julio. Eso sí, inicialmente afirma que las letras del avión son claramente desproporcionadas, ocupan gran parte del espacio lateral y que no guardan perspectiva con respecto a la línea del avión. O sea, claramente un montaje para dar el aviso.
Pero… mi escepticismo me hace investiga un poco.
No considero lógico que el aviso sobre una actuación que ha de realizarse de modo muy premeditado y con todos los posibles hilos atados se haga tan fulminante, tan precipitadamente.
Y el análisis me hace recordar aquello de las múltiples interpretaciones, a posteriori, de hechos conocidos, que tan fácil es reinterpretar y acomodar a intenciones predeterminadas una vez sabidos los resultados y jugando con los números (los esotéricos juegan mucho a eso, y Nostradamus creo que ha sido uno de los más explotados en ese sentido).
Mis opiniones:
1) El avión, con esa matrícula (G-ADHL) y ese tamaño, existió (luego insistiré en ello).
2) En esa época (y después), ABC y otros diarios eran muy dados a presentar montajes fotográficos en sus portadas. Éste no es más que uno de ellos.
3) Gran Bretaña, en una carrera de armamentos que ocupaba a toda Europa, presenta ese avión como un logro de su industria aeronaútica, una especie de “disuasión” por avances técnicos frente a posibles potencias “ofensoras”.
4) La foto del aparato, tomada el 6 de julio (luego diré por qué) es indudablemente distribuída por Agencia, la cual tardará unos días a los que, si añadimos que en los talleres de Redacción la aparquen un tiempo, da fácilmente para ser publicada concretamente el 18 de julio sin ninguna oculta intención más.
5) Sería de género absurdo que los sublevados esperen a que un avión extranjero, matriculado así, realice su vuelo inaugural en un tiempo preciso, que les llegue la fotografía en el momento adecuado, con las siglas correctas (no importa que en realidad sean una nomenclatura oficial del país que produce el aparato) y a los efectos oportunos. Porque la insinuación de que esa matrícula es un montaje no es cierta. No lo es, y a las fotos me remito.
Aduce que la investigación realizada y la interpretación de dicha matrícula, así como del texto que aparece, se someten a un experto en criptografía y a dos oficiales de Estado Mayor. Los tres coinciden en la interpretación que, en resumen, viene a decir que Franco despega de Gando (Las Palmas) a las 14 horas del 18 de julio. Eso sí, inicialmente afirma que las letras del avión son claramente desproporcionadas, ocupan gran parte del espacio lateral y que no guardan perspectiva con respecto a la línea del avión. O sea, claramente un montaje para dar el aviso.
Pero… mi escepticismo me hace investiga un poco.
No considero lógico que el aviso sobre una actuación que ha de realizarse de modo muy premeditado y con todos los posibles hilos atados se haga tan fulminante, tan precipitadamente.
Y el análisis me hace recordar aquello de las múltiples interpretaciones, a posteriori, de hechos conocidos, que tan fácil es reinterpretar y acomodar a intenciones predeterminadas una vez sabidos los resultados y jugando con los números (los esotéricos juegan mucho a eso, y Nostradamus creo que ha sido uno de los más explotados en ese sentido).
Mis opiniones:
1) El avión, con esa matrícula (G-ADHL) y ese tamaño, existió (luego insistiré en ello).
2) En esa época (y después), ABC y otros diarios eran muy dados a presentar montajes fotográficos en sus portadas. Éste no es más que uno de ellos.
3) Gran Bretaña, en una carrera de armamentos que ocupaba a toda Europa, presenta ese avión como un logro de su industria aeronaútica, una especie de “disuasión” por avances técnicos frente a posibles potencias “ofensoras”.
4) La foto del aparato, tomada el 6 de julio (luego diré por qué) es indudablemente distribuída por Agencia, la cual tardará unos días a los que, si añadimos que en los talleres de Redacción la aparquen un tiempo, da fácilmente para ser publicada concretamente el 18 de julio sin ninguna oculta intención más.
5) Sería de género absurdo que los sublevados esperen a que un avión extranjero, matriculado así, realice su vuelo inaugural en un tiempo preciso, que les llegue la fotografía en el momento adecuado, con las siglas correctas (no importa que en realidad sean una nomenclatura oficial del país que produce el aparato) y a los efectos oportunos. Porque la insinuación de que esa matrícula es un montaje no es cierta. No lo es, y a las fotos me remito.
6) Andrés Rueda interpreta (a bala pasada, que es cuando más fácil es) un hecho que no tiene nada de extraño y lo presenta como “una aportación nueva al desvelado de algunos enigmas de la sublevación militar”.
7) Subrayo la frase que, tomada de Ricardo de la Cierva, el autor incluye en el libro. Y en este caso, la suscribo plenamente: “La historia se escribe con documentos, pero, por lo menos de la España del siglo XX, se hace muchas veces con rumores".
No hay tal fantasma, no hay tal montaje y, en consecuencia, no hay un descubrimiento excepcional de la trama de la sublevacion; lo siento.
7) Subrayo la frase que, tomada de Ricardo de la Cierva, el autor incluye en el libro. Y en este caso, la suscribo plenamente: “La historia se escribe con documentos, pero, por lo menos de la España del siglo XX, se hace muchas veces con rumores".
No hay tal fantasma, no hay tal montaje y, en consecuencia, no hay un descubrimiento excepcional de la trama de la sublevacion; lo siento.
El avión:
El avión es un hidro de pasajeros Short S-23C clase Empire, fabricado por la casa Short Bros, el primero de una corta serie de 31 aparatos, que realiza su vuelo inaugural el 4 de julio de 1936 en Medway (Rochester). Del vuelo de ese día aparecen en “The Aeroplane” dos fotografías (aunque hay varias más obtenidas desde el aire por la fábrica).
El segundo vuelo oficial lo efectúa el 6 de julio, siendo fotografiado desde el aire por un avión tipo Westland Wessex, matrícula G-ACHI de la empresa a la que está destinado el S-23, la Imperial Airwais (de cuya serie, posiblemente, proceda la foto en cuestión).
La Imperial Airwais es una empresa creada en 1930 y que tiene como objetivo combinar vuelos aéreos con viajes en ferrocarril.
El G-ADHL (sin punto entre la “D” y la “H”, en el que hace mucho hincapié el autor para descifrar el mensaje en clave, ya que es en realidad una ventana circular de una puerta de acceso(1)) realiza su primer vuelo entre Alejandría y Brindisi (vía Mirabella y Atenas) en 7 horas y 20 minutos el 30 de octubre de 1936.
En 1937, IAL inaugura la línea Durban (Sudáfrica) – Southampton precisamente con este avión.
A este primer avión encargado por la IAL, matriculado G-ADHL y bautizado “Canopus” le siguen el G-ADHM “Caledonia”, G-ADUT “Centaurus”… y así hasta un total de 31 aviones, a los que seguirán tres S-26, nueve S-30 y dos S-33. Toda la serie S-23 será bautizada con nombres que comienzas por “C”, siguiendo una tradición aérea.
Para más verificacion puede consultarse una película de 1938 (2), “Wings over the Empire” en la cual se recoge la producción e historia de estos hidros, y en la que se incluyen vuelos de prueba del G-ADHL “Canopus”.
El avión incluso aparece en un tebeo tipo Tin-Tin de época (ver la siguiente ilustración).
Conclusión: La matrícula no es un montaje (cualquier interesado puede comparar la proporción y situación de las letras de la portada del diario ABC de Sevilla con las de la fotagrafía incluída, mientras despega, en este artículo) lo cual desmonta la manipulación de la fotografía y, por supuesto, dadas las fechas del vuelo inaugural y demás, toda la trama del mensaje en clave.
A cualquier historiador le encantaría descubrir algo oculto. Pero en este caso, para mí que se ha pinchado en piedra (obvio otras “tesis” expuestas en el libro que, sin ninguna documentación probatoria, no sirven para nada en realidad)
Notas.
1. Esto puede comprobarse en cualquier fotografía del avión, pero se puede consultar directamente en www.bamuseum.com/images/large/30-40/1.jpg (aunque sea otro el avión que aparece), o en las foto aquí adjunta.
2. Realizada por Strand Films.
3. Para una información más extensa sobre el avión y su historia, puede consultarse “Fliyng Empires. Short “C” class Empire Fliyng boats”, de Brian Cassidy. Queens Parade Press. 1996.
A cualquier historiador le encantaría descubrir algo oculto. Pero en este caso, para mí que se ha pinchado en piedra (obvio otras “tesis” expuestas en el libro que, sin ninguna documentación probatoria, no sirven para nada en realidad)
Notas.
1. Esto puede comprobarse en cualquier fotografía del avión, pero se puede consultar directamente en www.bamuseum.com/images/large/30-40/1.jpg (aunque sea otro el avión que aparece), o en las foto aquí adjunta.
2. Realizada por Strand Films.
3. Para una información más extensa sobre el avión y su historia, puede consultarse “Fliyng Empires. Short “C” class Empire Fliyng boats”, de Brian Cassidy. Queens Parade Press. 1996.
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